Anoche la señorita Jane Birkin emocionó a toda la sala, incluidos periodistas y músicos que estaban con ella en el escenario. Por mi parte, me sorprendió tanta generosidad y consigue lo único que importa en un concierto, que es conectar de verdad y de manera positiva con las personas que van a verte. Demostró no ser ni diva, ni egocéntrica, ni haber conseguido todo en la música. Se dedicó a cantar, a hablar con el público (esforzándose porque la entendieramos en francés e inglés), a dar las gracias después de cada canción, y bailó, caminó entre el público, a los que hizo partícipes de su actuación, y cantó muchísimas, muchísimas canciones (2 horas y 10 minutos de concierto). Se centró en Rendez-vous y en Fictions, pero también cantó alguna vieja gloria, y no se olvidó de Gainsbourg, del cual jamás podrá desprenderse porque son de esas parejas que marcan y se marcan para siempre.
Yo me jugué el tipo haciendo más fotos de las que me estaba permitido, pero me dió igual: ¡Jane Birkin me dió la mano!
Dejo algunas fotos de esta señorita (que no señora) porque sigue conservando una belleza impecable y una cara de felicidad que ya la quisiéramos muchos a su edad, y a la nuestra.
